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miércoles, 7 de diciembre de 2011

Retorno

De qué le sirve renacer al fénix añoso e incinerado? De qué le sirve reconstruir sus alas hechas de polvo gris y trizas de carbón, batirlas sonoramente y atravesar el cielo? Absolutamente de nada, excepción hecha, claro está de sentir la ráfaga de un sirocco en pleno rostro. Y de ver su propia sombra proyectada en la tierra que lo vió padecer. Ay! si me costara menos arremangarme, si fuera tan fácil volcar los sueños en tinta, si al menos latiera distinto y acompasado este simple corazón, escribiría más, amaría más, y más me entregaría.
He vuelto, fénix implume, picoteado y sangrante. Sigo tan intrascendente y obviable como siempre. Sigo atravesado por esa historia extraída de ningún libro, de ninguna calle y de ningún zoco. Pero sigo, bien que les pese mi esfumabilidad.

Sadim, el rey del estropicio en vano.

1 comentario:

  1. no te esfumas del todo sad, algo leve tuyo siempre me llega, lou andreas salome

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